Pasado el día de Año Nuevo hay una fecha marcada en el calendario de San Bartolomé de Pinares (Ávila), el pueblo de mis abuelos, el que me ha visto crecer. Marcado a fuego, nunca mejor dicho. Un día que se hace de rogar por todos y que el tiempo se lleva con demasiada prisa: el 16 de enero y su mágica noche. Las Luminarias. No importa si cabalgas entre las llamas o si, como en mi caso, te dedicas a observar y a tomar fotografías del momento. De verdad, da igual. La ilusión es indescriptible en cada uno de los casos.
Y aquí estoy un año más inspirándome en esta fiesta cuyo origen aún nos resulta un misterio. ¡Ya queda menos! ¡Ya huele a humo!
¿Seguimos leyendo?
Piedra a piedra se erige la Iglesia. En lo alto, veleta y cruz coronan las campanas. Se agitan sobre los árboles y la arena. Su abrumador tañido es la primera letra de una novela en donde no existe el tiempo, en donde el frío cobra fuerza, pero nunca gana la guerra. El eco de las campanas resuena en la falda de la montaña, revestida de un anaranjado resplandor. Sangra. Sangra el humo de las heridas abiertas por el fuego que avanza entre los ramos verdes. Los toca, los acaricia mortalmente disfrazándolos de ceniza gris que el viento acuna como si fuera el olvido. Y los celos del cielo caen sobre las tierras de Castilla en forma de nieve, allí donde también repican los cascos de los caballos. Herraduras ardiendo. Bailan entre las llamas una milenaria danza. Bailan, valientes y nobles, los corceles y sus jinetes prendiéndose en sus ojos la magia de la noche.
Oro encendido. Otra vez el oro viejo de la ilusión desprendido, de los nervios y del calor. Encrucijada de sentimientos; encrucijada del corazón que late al galope, que contiene la respiración en al aire, sobrevolando el humo blanco en el mismo lugar en donde sólo quedarán brasas a la caída del telón. Así, ovación y silencio de la mano en este baile eterno que vive ahora, que vivirá en el recuerdo de quien pregunta su nombre. Acaso sueño, acaso leyenda y también realidad.
Luminarias.
Son las Luminarias de San Bartolomé de Pinares. Piedra a piedra, entre humo y fuego. Caballo y jinete. Devorando el verde bajo las estrellas. Jamás en el mundo hubo un escenario mejor para por siempre bailar.
Ene 5, 2016 10:39 am
Con este texto tan poético y que invita a desplazarse a San Bartolomé de Pinares el próximo 16 de enero, lo menos que deberían hacer las autoridades locales es nombrarte inmediatamente cronista de la villa, o hija adoptiva… o por lo menos reina de las fiestas.
Enhorabuena, una vez más.
Ene 6, 2016 11:30 am
¡Muchas gracias, Nicolás! Es una experiencia única, la verdad. No es igual verlo en vídeo o en fotografías que allí, en persona. Y bueno, para ser la reina de las fiestas se me pasó el arroz, jajajaja. ¡Abrazos y gracias otra vez! Espero que ya te sientas un poquito mejor.
Ene 7, 2016 12:46 pm
No me estaba refiriendo a la reina de las fiestas infantil. Para cualquier otro galardón estás totalmente a tiempo, o eres incluso demasiado joven.
Gracias por preguntarme, la verdad es que he empezado el año con mejor ánimo.
Aprovecho el fin de las fiestas para desearos a toda tu familia un año nuevo que os traiga todo lo mejor, y a ti en particular que prosiga tu brillante carrera como periodista y como escritora.
Un gran abrazo,